Según el mito de Platón en el Simposio, fuimos seres que simultáneamente fueron hombre y mujer. La figura resulta monstruosa: dos caras que miraban en direcciones opuestas, cuatro orejas, dos pares de ojos, dos sexos, dos pares de brazos y dos pares de piernas, etc.Esta criatura es conocida como el andrógino. Su fortaleza era tal que los dioses decidieron debilitarla dividiéndola en dos partes y fue así que de un lado quedamos las mujeres y del otro los hombres, lo malo, es que a la mujer le tocó transitar el camino más difícil, más áspero e injusto durante décadas enteras… en fin…De estas dos mitades incompletas proceden los sexos y así andan los dos, hombres y mujeres, por el mundo buscándose uno al otro para lograr la unidad creyendo que con ella al fin podrán superar ese profundo sentimiento de inferioridad que nos abate desde entonces.Las dos mitades que en algún tiempo ideal formaron parte del andrógino andan por el mundo, peregrinando y anhelando aquella vieja unidad que los hacia más fuertes que los dioses mismos. Buscando ser uno. Esa imagen dual de Platón es tan ideal que es imposible de alcanzar o es tan grande y grave la condena que nunca hombres y mujeres volverán a ser parte de una misma esencia…De esta manera, la fusión supone la unidad y la separación la guerra… guerra que durante años enteros a pesar de batallar con todas sus fuerzas y sus armas las mujeres fueron perdiendo irremediablemente. Hasta que un buen día, empezaron a comprender su destino y la esencia de la que formaban parte y se preguntaron ¿porqué ser inferiores a los hombres? ¿Por qué seguir siendo el sexo débil? Y empezó una nueva lucha, la de las mujeres por lograr su lugar pero hubo quienes se empeñaron en decir que cada uno de nosotros está en la tierra para descubrir su propio camino, y que jamás seremos felices si decidimos seguir el camino del otro, de esta manera, la mujer tiene un solo camino para superar o llegar a ser igual al hombre, ser cada día más mujer.
La dialéctica platónica encierra la dialéctica sexual como una lucha entre iguales, entre dos seres que comparten las mismas virtudes y los mismos defectos. La propia irrealidad del andrógino nos muestra la falsedad de la interpretación, el andrógino no existió ni dos seres pueden fundirse para formar un solo ser nuevamente. El secreto está allí: hablar de igualdad o desigualdad de la mujer con respecto al hombre no sirve en cuanto la mujer es simplemente lo otro…El mismo Ortega y Gasset ha dicho al referirse al hombre: “yo soy yo y mis circunstancias”, esto es, yo estoy solo en el mundo y solo me acompañan y complementan mis circunstancias, difícilmente haya en este poético pensamiento masculino lugar para otro ser.Si intentáramos interpretar una vez más el tantas veces estudiado y analizado mito del andrógino planteado por Platón en la antigüedad y que tan legitimado sigue hasta nuestros días. Podemos empezar preguntándonos por ejemplo:¿Porqué si hombres y mujeres fueron parte de un mismo ser, de una misma esencia sienten tan diferente?Porque al hombre le bastan sus circunstancias y la mujer lo único que desea es una pareja estable… entonces, la mujer, pasa a ser una circunstancia del hombre y el hombre, sólo una pareja estable. La situación sería distinta si ambos, hombres y mujeres, buscaran ser parte de la misma esencia, del mismo ser.¿Por qué hombres y mujeres no se entienden?¿Qué es lo que hace que hombres y mujeres vayan por la vida uno al lado del otro sin nunca llegar a complementarse del todo?¿Qué es lo que hace que la mujer sea débil y el hombre fuerte? ¿Quién es más fuerte y quien más débil? ¿Quién tiene la culpa?¿Qué es aquello que hace que un hombre y una mujer caminen el mismo camino, uno al lado del otro sin encontrarse?En realidad, hombres y mujeres, somos unos incomprendidos. El hombre no entiende a las mujeres y las mujeres nunca llegarán a comprender a los hombres. Tal vez nunca lleguemos a comprendernos los unos a los otros.¿Es esa realidad dual de complementariedad exacta las que nos lleva a buscar más y más, sin conformarnos con lo que tenemos, con los somos, con lo que sentimos?
La bestia de dos caras que miran en direcciones opuestas de Platón es el mejor ejemplo que encuentro para explicar la gran soledad que abate al mundo entero. No hay soluciones ni encuentros mágicos, hombres y mujeres, vivirán siempre tratando de encontrarse en vano.Volvamos al andrógino, si nos detenemos a pensar en esa criatura de dos rostros que miran en direcciones opuestas no es difícil llegar a la conclusión de que nunca ¡jamás señores! Jamás pudieron haberse mirado a los ojos, por lo tanto, no conocían uno el rostro del otro.Es por eso que hombres y mujeres, están condenados a caminar uno al lado del otro, siempre tratando de encontrarse, como dijimos, jamás llegaron a conocerse y difícilmente señores podamos reconocer algo que jamás vimos.Las palabras hablan solas, re-conocer, volver a conocer algo que se perdió, re-conocer-me como parte del otro, tal vez eso nunca suceda.Quizás haya una sola manera de lograrlo y es a través de nuestra intuición, de nuestro corazón pero estamos muy ocupados viviendo el día a día, inmersos en la rutina de tratar de sobrevivir como para perder tiempo tratando de escuchar las voces de nuestro corazón.Alguien dijo alguna vez con mucho acierto que cada hombre lleva un fantasma de mujer, no en la imaginación, porque entonces sería fácil de expulsar sino circulando en su sangre y que cada mujer a su vez, lleva un fantasma más o menos concreto de un hombre en la suya. Desde este pensamiento que no deja de ser bonito me pregunto una vez más ¿Cuál es el camino, la senda, la recta que nos llevará a la verdadera y definitiva dualidad? Un eco en mi corazón me responde ya casi sin voz, desvanecido: el amor.
La dialéctica platónica encierra la dialéctica sexual como una lucha entre iguales, entre dos seres que comparten las mismas virtudes y los mismos defectos. La propia irrealidad del andrógino nos muestra la falsedad de la interpretación, el andrógino no existió ni dos seres pueden fundirse para formar un solo ser nuevamente. El secreto está allí: hablar de igualdad o desigualdad de la mujer con respecto al hombre no sirve en cuanto la mujer es simplemente lo otro…El mismo Ortega y Gasset ha dicho al referirse al hombre: “yo soy yo y mis circunstancias”, esto es, yo estoy solo en el mundo y solo me acompañan y complementan mis circunstancias, difícilmente haya en este poético pensamiento masculino lugar para otro ser.Si intentáramos interpretar una vez más el tantas veces estudiado y analizado mito del andrógino planteado por Platón en la antigüedad y que tan legitimado sigue hasta nuestros días. Podemos empezar preguntándonos por ejemplo:¿Porqué si hombres y mujeres fueron parte de un mismo ser, de una misma esencia sienten tan diferente?Porque al hombre le bastan sus circunstancias y la mujer lo único que desea es una pareja estable… entonces, la mujer, pasa a ser una circunstancia del hombre y el hombre, sólo una pareja estable. La situación sería distinta si ambos, hombres y mujeres, buscaran ser parte de la misma esencia, del mismo ser.¿Por qué hombres y mujeres no se entienden?¿Qué es lo que hace que hombres y mujeres vayan por la vida uno al lado del otro sin nunca llegar a complementarse del todo?¿Qué es lo que hace que la mujer sea débil y el hombre fuerte? ¿Quién es más fuerte y quien más débil? ¿Quién tiene la culpa?¿Qué es aquello que hace que un hombre y una mujer caminen el mismo camino, uno al lado del otro sin encontrarse?En realidad, hombres y mujeres, somos unos incomprendidos. El hombre no entiende a las mujeres y las mujeres nunca llegarán a comprender a los hombres. Tal vez nunca lleguemos a comprendernos los unos a los otros.¿Es esa realidad dual de complementariedad exacta las que nos lleva a buscar más y más, sin conformarnos con lo que tenemos, con los somos, con lo que sentimos?
La bestia de dos caras que miran en direcciones opuestas de Platón es el mejor ejemplo que encuentro para explicar la gran soledad que abate al mundo entero. No hay soluciones ni encuentros mágicos, hombres y mujeres, vivirán siempre tratando de encontrarse en vano.Volvamos al andrógino, si nos detenemos a pensar en esa criatura de dos rostros que miran en direcciones opuestas no es difícil llegar a la conclusión de que nunca ¡jamás señores! Jamás pudieron haberse mirado a los ojos, por lo tanto, no conocían uno el rostro del otro.Es por eso que hombres y mujeres, están condenados a caminar uno al lado del otro, siempre tratando de encontrarse, como dijimos, jamás llegaron a conocerse y difícilmente señores podamos reconocer algo que jamás vimos.Las palabras hablan solas, re-conocer, volver a conocer algo que se perdió, re-conocer-me como parte del otro, tal vez eso nunca suceda.Quizás haya una sola manera de lograrlo y es a través de nuestra intuición, de nuestro corazón pero estamos muy ocupados viviendo el día a día, inmersos en la rutina de tratar de sobrevivir como para perder tiempo tratando de escuchar las voces de nuestro corazón.Alguien dijo alguna vez con mucho acierto que cada hombre lleva un fantasma de mujer, no en la imaginación, porque entonces sería fácil de expulsar sino circulando en su sangre y que cada mujer a su vez, lleva un fantasma más o menos concreto de un hombre en la suya. Desde este pensamiento que no deja de ser bonito me pregunto una vez más ¿Cuál es el camino, la senda, la recta que nos llevará a la verdadera y definitiva dualidad? Un eco en mi corazón me responde ya casi sin voz, desvanecido: el amor.
María Mercedes Chasampi
Cierto, el hombre puede, si se lo propone (y eso es lo más difícil) descubrir dentro de sí su naturaleza andrógina.
ResponderEliminarPero significa dejar de ser el hombre que era, renegar de la seguridad que le otorgaba su ego masculino. No encontraremos a muchos hombres dispuestos a hacerlo...
Y sí, el amor es esencial.
Buena reflexión, M.Mercedes.
Saludos.
Gracias Jordi!! Saludos, espero que sigas por estos lados! :)
Eliminar